El tema es la genuidad y unicidad de la humanidad de Jesús. El primer capítulo presenta el tema e indica las líneas que han de seguirse en su desarrollo. En los dos capítulos siguientes, donde tengo ampliamente en cuenta el material de los evangelios, se da por aceptada la genuidad de Jesús y se presentan algunas de las pruebas de su unicidad. En el capítulo cuarto se hace un esfuerzo para demostrar que aún después que la significancia única de Jesús llegó a ser interpretada en términos de un drama cósmico de salvación, la genuidad de su humanidad permanece completamente intacta. Para Pablo, Jesús era un hombre verdadero, si bien un hombre único. Sólo más tarde la fe en su unicidad tuvo el efecto de elevarlo completamente de la categoría humana o, al menos, de condicionar seriamente la realidad de su humanidad. El último y más breve capítulo trata de completar la argumentación del precedente demostrando que la interpretación teológica de Cristo no está divorciada del Jesús histórico como frecuentemente se supone; que la cristología de la iglesia arroja indispensable luz sobre el Jesús de la historia; que, en realidad, no podemos empezar a comprender cuán única fue la persona de Jesús a menos que tengamos en cuenta los términos sociológicos en que la comunidad llegó a describirlo.