Así como, según quería Platón, la multiplicidad no debe ser entendida como la instancia opuesta a la unidad, ni la diferencia como lo contrario de la identidad, ya que ambas coexisten en todo conocimiento, puede afirmarse que las diversificaciones sobre la ética, que van desde los textos de Nietzsche a los de Gadamer, del pensamiento de Max Scheler al de Foucault, desde las reflexiones de Levinas y Marcel hasta las de Apel y Habermas, se reúnen no sólo en la identidad temática, sino en la apertura a un diálogo que intenta sostenerse en la incompletud del conocimiento y del actuar humano.