La sociedad sólo podrá sobrevivir si encuentra un nuevo modo de vida, que únicamente será posible cuando se hayan creado, experimentado y desarrollado en la familia las enseñanzas del Evangelio.
Todas las familias no se han convencido aún de su responsabilidad en el desarrollo global del hombre y del mundo. Este libro quiere ayudar a estas familias a tomar conciencia de su misión en la construcción de un mundo más humano y más fraterno, a encontrar bases más solidas, un espíritu nuevo y a actuar en relación con otras familias.
El autor se preocupa principalmente por el fenómeno de la urbanización, por las familias que llegan del interior del país -que pueden compararse a un niño perdida en la multitud-, que sufren muchas tentaciones, presiones y dificultades. Se preocupa, asimismo, por las familias de mayores recursos, que influenciadas por el deseo de poseer más, se encierran en el estrecho mundo de sus propios intereses, sin abrirse hacia la construcción de un mundo mejor para sus hermanos.
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