| Item type | Location | Call number | Copy | Status | Notes | Date due |
|---|---|---|---|---|---|---|
| Biblioteca Thomas Wood. Repositorio Institucional | 612.398 A57 2025 (Browse shelf) | Ej.:1 | Available | Autorizado por sus autoras. |
Autorizado por sus autoras.
Licenciado en nutrición.
Universidad del Centro Educativo Latinoamericano. Facultad de Química.
El dormir es una actividad que ocupa la tercera parte de la vida del ser humano. El número
de personas que presentan alteraciones ya sea en su patrón o en su calidad, es muy alto en la
sociedad (Contreras A, 2013). Un descanso adecuado aporta numerosos beneficios
fundamentales para la salud integral. Mejora las funciones cognitivas, la memoria y el
aprendizaje, además de prevenir trastornos del ánimo como la depresión y la ansiedad. Fortalece
el sistema inmunológico, favorece la reparación de tejidos y ayuda a mantener un peso saludable
al regular las hormonas del apetito. También reduce los niveles de estrés al disminuir el cortisol,
lo que contribuye a la salud cardiovascular, y promueve un equilibrio hormonal general. Además,
disminuye los procesos inflamatorios, lo que previene enfermedades como la artritis o el
envejecimiento prematuro, y puede incluso aumentar la longevidad y el rendimiento en cualquier
actividad (Raele FD, 2017).
Los patrones de comportamiento que se asocian con el sueño en el ser humano son
diversos tales como la disminución de la conciencia y reactividad de estímulos externos, así como
también la ausencia de sueño, la inmovilidad y relajación muscular, la periodicidad circadiana
(diaria), la postura estereotipada y la capacidad de reversión (Carrillo-Mora y col., 2013; Fabres
y Moya, 2021).
En el sueño se distinguen dos estadios: no rapid eye movement (no-REM) la fase de
movimientos oculares no rápidos que tiene un rol en la conservación de la energía y en la
recuperación del sistema nervioso, y rapid eye movement (REM) la fase de movimientos oculares
rápidos que tendría importancia en la activación cerebral periódica durante el sueño, en la
consolidación de la memoria y en la regulación emocional (Carrillo-Mora y col., 2013; Fabres y
Moya, 2021).
Según las últimas recomendaciones de la Fundación nacional del sueño de Estados
Unidos, publicadas por Hirshkowitz y col., el sueño nocturno debe durar entre 7 a 9 horas
(Hirshkowitz y col., 2015).
Los investigadores Nelson y col., definen a la calidad del sueño como la autosatisfacción
de un individuo con todos los aspectos de la experiencia del sueño. Tiene cuatro atributos:
eficiencia, latencia, duración y despertares después del inicio. Los antecedentes incluyen
1
factores fisiológicos, psicológicos y ambientales. Una buena calidad tiene efectos positivos como
sentirse descansado, reflejos normales y relaciones positivas. Las consecuencias de una mala
calidad incluyen fatiga, irritabilidad, disfunción diurna, mayor ingesta de alimentos y bebidas
como cafeína/alcohol (Nelson y col., 2022).
El sueño es un estado fisiológico normal, recurrente y reversible de disminución de
la percepción y de la capacidad de respuesta al medio ambiente, esencial para la salud, ya
que participa en la consolidación de la memoria, la regulación de la temperatura corporal,
la función de neurotransmisores, el almacenamiento de energía y el mantenimiento de la
inmunocompetencia (Aguirre-Navarrete R, 2007). Su alteración se asocia con diversas
patologías, como enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, síndrome metabólico,
trastornos psiquiátricos y cáncer (Cappuccio y col., 2010; Glozier y col., 2010; Haus y
Smolensky, 2013). Además, se ha demostrado que existe una relación significativa entre la
calidad del sueño y la dieta, ya que tanto el tipo como la cantidad de macronutrientes
ingeridos pueden influir en el sueño, a su vez que un sueño inadecuado puede afectar los
hábitos alimentarios (Cuella-Serres M, 2022).
El presente trabajo tuvo como objetivo analizar la asociación entre la ingesta de
proteínas, hidratos de carbonos y grasas con la calidad del sueño en adultos de la ciudad
de Rosario en el mes de julio en el año 2025. Para ello se realizó un estudio de diseño
observacional, analítico y de corte transversal, en una muestra de adultos seleccionados
según criterios de selectividad por muestro no probabilístico en cadena. La calidad del
sueño se evaluó mediante el cuestionario de Pittsburgh Sleep Quality Index (PSQI),
mientras que la ingesta alimentaria se determinó a través de un recordatorio de 24 horas,
habiendo ingresado los datos al Sistema de Análisis y Registro de Alimentos (SARA),
desarrollado por el Ministerio de Salud de Argentina (MSal,2008). La recolección de datos
se realizó de manera virtual, mediante un cuestionario de Google forms autoadministrado.
Click on an image to view it in the image viewer
There are no comments for this item.